#53 Matar a un elefante y otros escritos de George Orwell
Atención: A continuación se revelan partes de la trama del libro.
¿Por qué este libro? Porque Orwell es mi autor favorito.
¿Qué tal la novela? No se trata de una novela como tal, es una recopilación de 2 diarios personales redactados entre 1940 y 1942, el libro Recuerdos de la guerra de España, una selección de artículos publicados en Tribune llamados A mi antojo, algunas reseñas de libros publicadas en prensa y un par de relatos basados en sus vivencias, entre ellos el que da título al libro.
El libro empieza con el relato de Matar a un elefante que es una pequeña maravilla, tras leer las 5 páginas que ocupa ya sabía que el libro me iba a encantar. Este relato reúne muchas cosas de Orwell que me gustan, está ambientando en sus días de la policía imperial en Birmania. En él nos habla de su antiimperialismo y de cómo es hostigado de continuo por los locales por ser un elemento imperialista, esta contradicción es maravillosa, todo relatado con su estilo sencillo y directo.
Seguido están sus 2 diarios que recogen 2 periodos diferentes de la guerra. En ellos recoge los pormenores de la guerra y del día a día en Londres. Nos habla del desastre británico en Dunkerque, el temor a la invasión alemana de las islas, el blitz, la campaña de Grecia, el norte de África etcétera. También va recogiendo los altibajos en la política inglesa, es muy crítico con el gobierno y con su tibieza, de hecho parece que durante los primeros fracasos aliados de la guerra, muchas voces se alzaban a favor de firmar la paz con Alemania. Es curioso como detalla que durante los primeros meses de la guerra el ambiente en la sociedad no era muy bélico, como si la cosa no fuera con la gente de a pie, mientras en la Europa continental Alemania arrasaba con todo.
Sobre el blitz, habla mucho de los bombardeos de Londres, pero según su testimonio, no parece que fueran tanto como lo que nos ha llegado a nuestros días. Por supuesto que duraron meses, mataron familias y arrasaron barrios, pero da la sensación que si se hacia caso a las alarmas antiaéreas y se buscaba refugio, se podía vivir con relativa seguridad.
También trata mucho el tema de la independencia de la India, parece que aprovechando la debilidad británica durante la guerra, los independentistas indios intentaron presionar al gobierno británico. Este tema me resultó más difícil de seguir, creo que hay cosas que se han escapado de mi entendimiento.
En estos diarios se leen temas clásicos de la opinión Orwelliana, como el ataque al estalinismo y a la falta de libertad de prensa y la propaganda. Echo de menos que los diarios que no abarquen hasta el final de la guerra, me gustaría saber cual fue su análisis de todo lo que aconteció después de 1942.
En Recuerdos de la guerra de España es casi como una versión abreviada de Homenaje a Cataluña, de hecho no se porque no se editan en una única edición, creo que casan perfectamente. Este libro lo leí hace un par de años y fue lo que me enamoró de Orwell, a raíz de ahí ya me leí el mencionado Homenaje a Cataluña, Los días de Birmania o Rebelión en la granja.
Las columnas de A mi antojo, tienen un tono algo diferente a sus diarios o a al resto de escritos. Sorprende que los mismos temas que ya trataba Orwell hace 70 años siguen siendo causa de debate hoy en día, véase el imperialismo, el racismo, el lenguaje y un largo etcétera. Hay varios artículos que son oro puro, de enmarcar, otros que son máss densos o que no me llaman tanto la atención por la temática que tratan, pero de todos se saca algo.
El libro se cierra con un par de páginas donde reseña algunos libros, entre ellos el segundo volumen de las memorias de Churchill, que al parecer fue su último escrito publicado.
El libro es recomendable en todos los aspectos, es un documento histórico impagable. A lo largo de todo el libro Orwell nos muestra ideas sobre las que luego daría forma a 1984, son temas recurrentes que va exponiendo durante todo el libro y que de alguna manera son sus miedos, la propaganda, el absolutismo, la libertad de expresión…
Citas: Algunas ideas del libro que me me parecen reseñables.
Es evidente que son muchas las personas que creen en la posibilidad de un desembarco en Irlanda, incluido el propio De Valera. Esa idea apenas se ha mencionado. Esta idea apenas se ha mencionado hasta hace tan sólo unos días, aunque era evidente desde el principio mismo.
Esto me llamo la atención porque es algo que no había tenido en cuenta. Después de la debacle de Dunkerque los británicos pasaron muchos meses esperando una invasión alemana que nunca llegó. Se especuló mucho con ello y con los posibles lugares de desembarco. Tal y como lo cuenta Orwell era algo que daban por hecho que se produciría tarde o temprano y que además les someterían con facilidad.
De una carta de Lady Oxford al Daily Telegraph, sobre la cuestión de la economía de guerra:
Como la mayoría de las casas de Londres están abandonadas, hay pocas diversiones. […] En cualquier caso, la mayoría de los habitantes ha tenido que prescindir de sus cocineras e irse a vivir a los hoteles.Por lo visto, nada ni nadie podrá enseñar nunca a este gente que el otro noventa y nueve por ciento de la población existe.
Elegantísima crítica a la alta sociedad, no puedo evitar sonreír.
Tanto E. como G. insisten en que me vaya a Canadá si sobreviene lo peor, con el fin de seguir con vida y mantener en marcha la propaganda. Iré, si es que tengo algún cometido, por ejemplo, si el gobierno se desplazara a Canadá y me diera algún trabajo, pero no iré en condición de refugiado, de periodista exiliado, a protestar desde una distancia segura. Ya son demasiados los exiliados “antifascistas”. Es mejor morir, si no queda más remedio, e, incluso, es posible que, como propaganda, la muerte de uno tenga mas utilidad que el irse al extranjero y vivir, más o menos como un indeseado, de la caridad ajena. No es quiera morir, claro: tengo mucho por lo que vivir, a pesar de la mala salud y de no tener hijos.
Me gusta su razonamiento y como se quita importancia a sí mismo, le hace parecer verdaderamente humilde y sensato, sin patriotismo ni heroicidad.
Nadie puede ser patriota en materia de impuestos.
Una idea indiscutible.
El cabronazo de Chiappe es historia. Todo el mundo, encantado, como cuando murió Balbo. Al menos, la guerra está liquidando a unos cuantos fascistas.
Algo bueno tenia que tener una guerra mundial.
Pero lo que más me asquea de los servicios religiosos como éste es la total ausencia de autocrítica. Aparentemente, se presupone que Dios ha de ayudarnos sobre la base de que somos mejores que los alemanes. En la oración compuesta ex profeso para la ocasión, se pedía que “cambie el corazón de nuestros enemigos y nos ayude a perdonarlos; les dé ocasión de arrepentirse de sus maldades y presteza para hacer las paces”. Ni una sola palabra acerca de que nuestros enemigos nos perdonen a nosotros. Me da la impresión de que la actitud verdaderamente cristiana más bien consistiría en suponer que no somos mejores que nuestros enemigos, que todos somos pecadores miserables, pero que parece preferible que sea nuestra causa la que prevalezca y, por lo tanto, que es legítimo orar para que así sea.
Muy interesante por donde enfoca este clásico dilema, ¿Si todos somos hijos de Dios por qué va a favorecernos?
Hemos pasado unos cuantos días en una situación de semideshielo. Me ha sorprendido que una de las consecuencias beneficiosas de esta guerra, por nimia que sea, es que ha sacudido a los periódicos de su hábito más bien idiota de sacar en titulares la climatología reinante ayer.
Algo que sigue ocurriendo hoy en día, parece que los problemas del periodimos de hace 70 años siguen siendo los mismos.
Estamos de porquería hasta el cuello. Cuando hablo con quien sea o leo los escritos de quien sea, siempre que se trate de alguien que tiene un interés personal, tengo la impresión de que la honradez intelectual y el criterio equilibrado sencillamente han desaparecido de la faz de la Tierra. El pensamiento más habitual es forense; la gente se limita a exponer un “caso” judicial con la supresión intencionada del punto de vista de su adversario y, lo que es más, con una completa insensibilidad ante cualquier sufrimiento que no sea el suyo y el de sus amistades.
También creo que la falta de empatía es uno de los grandes problemas de la educación de hoy en día.
Al margen de lo que uno emprenda, uno comienza con la certeza de que tarde o temprano llegará un cambio de planes, de órdenes, y luego otro, y así sucesiva e indefinidamente. Nunca sucede nada, salvo el constante titubeo, que de por resultado un progresiva desilusión sembrada por todas partes. Lo máximo que uno puede esperar es que en el bando contrario suceda en parte lo mismo.
Aquí habla sobre la indecisión del gobierno británico durante la guerra, es algo que denuncia varias veces a lo largo de sus escritos.
Lo alemanes nunca reconocen haber sufrido daños en objetivos militares, pero reconocen las víctimas civiles tras nuestros mayores ataques aéreos. Tras la incursión en Hamburgo de hace dos noches, dijeron que las bajas habían sido numerosas. Los periódicos de aquí lo reproducen con orgullo. Hace dos años, nos habríamos quedado boquiabiertos, espeluznados ante la idea de matar civiles. Recuerdo haberlo dicho a alguien durante el blitz , cuando la RAF contraatacaba lo mejor que podía, que “dentro de un año veremos este titular en el Daily Express: ‘Ataque con éxito contra un orfanato en Berlín. Los niños, en llamas’”. Aún no hemos llegado a eso, pero en esa dirección vamos.
Gran análisis sobre la propaganda de guerra y el cambio de mentalidad con el paso del tiempo, da que pensar.
Los socialistas no afirman ser capaces de hacer un mundo perfecto: afirman que pueden mejorarlo. Y cualquier socialista que tenga dos dedos de frente reconocerá ante el católico que, cuando se ponga remedio a la injusticia económica, el problema fundamental del hombre, que es su lugar en el universo, seguirá estando pendiente de solución. En cambio, lo que sí afirma el socialista es que el problema no se puede afrontar, mientras el ser humano medio viva inmerso en preocupaciones forzosamente económicas. Todo ello se resumen en el dicho de Marx: después de que llegue el socialismo podrá empezar la historia de la humanidad. Mientras tanto, los neopesimistas están entre nosotros, bien atrincherados en la prensa de cualquier país del mundo, y tienen más influencia y logran más conversos entre la juventud de lo que a menudo estamos depuestos a reconocer.
Reflexión interesante, me gusta como expone lo del lugar del hombre en el universo y como es una pregunta que debe responderse pero sólo después de que los problemas básicos de pobreza y desigualdad de la humanidad se solucionen previamente.
Tanto si fusilamos a los fascistas y a los colaboracionistas que caigan en nuestras manos como si no lo hacemos, es algo que seguramente no tiene demasiada importancia. Lo importante es que la venganza y el “castigo” no participen de nuestra política ni tampoco de nuestros sueños.
Esta relación no la veo muy clara, no veo que es lo que propone Orwell exactamente.
Todas esas ensoñaciones vindicativas, como las de 1914–1918, lisa y llanamente dificultarán mucho que se lleve a cabo una política de guerra realista. Si ahora se piensa en términos de “que Alemania pague”, es altamente probable que se termine por ensalzar a Hitler cuando llegue 1950.
Una vez más creo que Orwell demuestra ser un visionario, tenía claro que no se podía tratar a Alemania de la misma forma que en Versailles.
Si mañana mismo Stalin prescindiera del Comité por la Liberación y reconociera al gobierno en el exilio, toda la intelectualidad británica acudiría en su respaldo en masa, como una bandada de loros. Su actitud hacia la política exterior rusa no consiste en “¿es acertada o es errónea?”, sino, más bien, en “es la política rusa: ¿cómo haremos para que parezca acertada?”.
Aquí habla sobre el gobierno en el exilio polaco, y como la URSS no lo reconocía, pero Orwell lanza al aire la posibilidad de que lo hicieran y como lo encajarian en su ideario los palmeros de la URSS en Inglaterra. Esta forma de pleitesía en la que no cabe ni un resquicio para la crítica sigue muy presente en los medios de comunicación hoy en día, quizá hasta de forma menos disimulada.
En primer lugar, un mensaje a los periodistas e intelectuales ingleses de izquierda, en general: “Recuerden que la deshonestidad y la cobardía siempre tienen un precio. No se imaginen que durante años interminables podrán ser ustedes los lamebotas propagandistas del régimen soviético, ni de ningún otro, para regresar un buen día, de golpe y porrazo, a la decencia mental. Quien una vez es puta, es puta para siempre”.
Genial aviso a navegantes, un diez.
La palabra fascismo ahora no tiene significado propio, salvo en la medida en que significa “algo no deseable”. Las palabras democracia, socialismo, libertad, patriótico, realista, justicia tienen todas ellas varios sentidos diferentes e irreconciliables entre sí. En el caso particular de una palabra como democracia, no sólo no existe una definición consensuada, sino que cualquier intento por establecerla halla resistencia por todos lados. Se percibe de un modo casi universal que cuando decimos de un país que es democrático lo estamos elogiando: por consiguiente, los defensores de toda clase de regímenes afirman que el suyo es una democracia, y temen verse obligados a dejar de usar la palabra en el caso de que a ésta se le diera otro significado. Las palabras de esta especie a menudo se emplean de una manera conscientemente deshonesta. Dicho de otro modo: la persona que las emplea tiene su personal definición, pero permite que su interlocutor crea que quiere decir algo muy distinto.
Sobre la perversión del lenguaje, una vez más algo que sigue en boga hoy en día.
Gran Bretaña sólo podrá liberarse de Norteamérica renunciando a toda intención de ser una potencia extraeuropea.
Me gusta mucho esta cita por lo relacionado y opuesta que esta al Brexit. Orwell entiende que Gran Bretaña debe huir del aislacionismo europeo y ser fuerte dentro de Europa.
Vocabulario añadido: culí, dravídico, angarillas, oblongo, testuz, zaquizamíes, escoplo, deletéreos, pamema, engolad, atildado, apologetas, faramalla, morganático, jaez, chacota, gorguera, miriñaque, atebrina, remoquete, eufonía, puridad, motejo, destajista.